miércoles, 10 de noviembre de 2010

DEMONIOS NEGROS


Una gran nostalgia existe en este porvenir, como títere amarrado del cuerpo la esperan,
Cuerdas en las manos, sin moverse, y a veces sin dormir...
Litiga su angustia con la vacía idea de libertad, sueño de quimera.
Entonces caí en la cuenta de sus maldiciones, llena de sin sabores, y no saber morir.

Una idea me acecha, -morir en sus brazos, que más quisiera-.
Sólo un instante necesito, en sus sueños perderme por un segundo, una eternidad.
Tocar sus adentros; aun que eso fuera quemarme en una hoguera.
Desalmado el corazón sin precedencias, ni rastros de vanidad o tranquilidad.

Catastrófico los susurros de su aliento, claro en la neblina,
Anunciado la pérdida de una vida, la caída del sol y de éste día.
Pero en lunes, martes o el día que quiera, muere simplemente una concubina;
Atesorada por los hombres de alebresto, odiada por las mujeres de capilla.

Dejando un aroma a jazmín, impregnando dolor y un libertinaje de sopor.
Yo aún la recuerdo: decidida como ninguna mujer,
Desdeñada por la envidia, y fuerte de pasión en sus besos,
Cicatrices de matiz, por el desenfreno de los “demonios de alcohol”,
Buscando siempre la sombra en la huida, y nunca la consigna de pedir perdón; fuera de la tristeza de su mal de ocasión.

La suerte no nació en su colchón, sucio y de espinas,
Bajo la almohada de lágrimas un sudor de madre insana.
Aspiró el aire antes de dejar al retoño casi sin vida,
Aliviando su dolor con un trago de licor con uvas maznadas. 
Así queda, sin el día; en un abril como cualquiera; en un año perdido.
El sabor del polvo se mezclo con el de jazmines y rosas.
No hay recuerdos ni memorias de una mujer llevada al olvido,
Tan sólo ella, llevando en su voluntad -la lujuria-, -el pecado- de las musas y la serenidad en cual la distingue de una mujer de tentación, de recuerdos eternos, de demonios negros…
»‡«

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