miércoles, 24 de noviembre de 2010

CAPITULO 7
  Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
   Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar/Rayuela

miércoles, 10 de noviembre de 2010

DEMONIOS NEGROS


Una gran nostalgia existe en este porvenir, como títere amarrado del cuerpo la esperan,
Cuerdas en las manos, sin moverse, y a veces sin dormir...
Litiga su angustia con la vacía idea de libertad, sueño de quimera.
Entonces caí en la cuenta de sus maldiciones, llena de sin sabores, y no saber morir.

Una idea me acecha, -morir en sus brazos, que más quisiera-.
Sólo un instante necesito, en sus sueños perderme por un segundo, una eternidad.
Tocar sus adentros; aun que eso fuera quemarme en una hoguera.
Desalmado el corazón sin precedencias, ni rastros de vanidad o tranquilidad.

Catastrófico los susurros de su aliento, claro en la neblina,
Anunciado la pérdida de una vida, la caída del sol y de éste día.
Pero en lunes, martes o el día que quiera, muere simplemente una concubina;
Atesorada por los hombres de alebresto, odiada por las mujeres de capilla.

Dejando un aroma a jazmín, impregnando dolor y un libertinaje de sopor.
Yo aún la recuerdo: decidida como ninguna mujer,
Desdeñada por la envidia, y fuerte de pasión en sus besos,
Cicatrices de matiz, por el desenfreno de los “demonios de alcohol”,
Buscando siempre la sombra en la huida, y nunca la consigna de pedir perdón; fuera de la tristeza de su mal de ocasión.

La suerte no nació en su colchón, sucio y de espinas,
Bajo la almohada de lágrimas un sudor de madre insana.
Aspiró el aire antes de dejar al retoño casi sin vida,
Aliviando su dolor con un trago de licor con uvas maznadas. 
Así queda, sin el día; en un abril como cualquiera; en un año perdido.
El sabor del polvo se mezclo con el de jazmines y rosas.
No hay recuerdos ni memorias de una mujer llevada al olvido,
Tan sólo ella, llevando en su voluntad -la lujuria-, -el pecado- de las musas y la serenidad en cual la distingue de una mujer de tentación, de recuerdos eternos, de demonios negros…
»‡«

lunes, 8 de noviembre de 2010

VOCES


El recuerdo solamente se percata de instantes, y qué no es la vida sino eso, si solo eso me ata a la trágica nostalgia de un momento que se esfumo. Un eco nos acaricia y nos hace vernos de frente y nos  reconocemos, veo tus manos un poco teñidas de descuido y tú ves las mías sucias, maltrechas, tuyas sin mí, mías sin ti. Entonces el reojo nos traiciona al transbordar en la realidad, perdiendo el hilo de la antesala de un instante.
Cuando el instante percatado de recuerdos me hace la situación llamada vida en solamente ataduras fictas, como esa que se hace llamar pasión ó aquella nombrada ambición, esa apodada lujuria o la más temida de todas…miedo. Hace tu silueta mas sinuosa de lo común, cosa que puedo deducir que los baches llenos de personas que solamente te señalan la caída libre. Y se dibuja una mirada penetrante entre mi nariz, la boca… ¿y mi barbilla, y mis ojos, y mi frente, y mi cicatriz?
No hay tiempo que exista sin ataduras, no hay razón alguna para seguir perdidos en tantas cosas si no hacemos nada, si nada es lo que logramos hacer. Un camino se toma, un camino se sigue; y no hay razón que pueda apegarme más a la “realidad” que el hecho de saber que algún día tú fuiste en mi lo que yo nunca fui en ti…un recuerdo. Mis palabras se diluyen en el silencio y tú en el fondo de un vaso de aguarrás, mismo que me dijiste en el momento de querer recordarte, mismo que hice al olvidarte un día tras otro.
Entonces en una conspiración donde todo puede ser simplemente una odisea que dura un minuto, treinta y siete segundos y un puño de centésimos, una eternidad. Para podernos ver de nuevo, ahora ya no son maltrechas las manos, ahora es la mirada cansada, las grietas de las manos ya son invisibles y no se nota donde empieza la felicidad y termina la costumbre, simplemente se vislumbra nostalgia y un penetrante hedor a olvido, con secuelas de golpes y moretes de lagrimas. En un sinfín de caricias que se hacen menos eternas, no es el amor el que acaba; ése solo cambia de lugar; son los olores re-mezclados con amargura, llanto y un poquito de pudor; son las noches que pasamos en vela y los días que pasaste soñando; es simplemente la constante que toma rumbo contrario o es simple y sencillamente tú o yo. Siendo el norte de mi sur.
Un susurro es la fe de lo que no se ve, es creer lo que no se puede a veces ni tocar, es la esencia de lo que parece irreal; pero muchas veces es tan real como lo que vemos, tocamos y sentimos. Es un hecho que tiene que ser permanente, hacer que la coincidencia sea ocasionada, que una mirada no sea un pretexto para esquivarse la presencia. No buscar explicaciones a algo que sabemos, ni creer aquello en lo que no confiamos; la realidad no es lo real, es un destello de lo que nuestra alma trata de mostrarnos, que nuestro corazón trata de externarlo, que nuestra mente trata de explicarnos; pero que nuestro orgullo o los demás tratan de esconderlo.
Siendo así una sola ecuación simplistas y surrealista, y en la búsqueda de un mundo utópico, nos cansamos de creer y nos dejamos llevar por el arroyo de nuestra triste realidad que no es más que la costumbre.