miércoles, 26 de enero de 2011

Instantes

Lo siento no somos para ser, tal vez nunca lo fuimos o quizá nos hicimos la contraparte, la falta de contraste, la solvencia de ineludible de dolor. Nos transformamos, pasamos de ser héroes el uno para el dos y terminamos siendo el Némesis en uno solo. De cambiar el mundo a destruir un destino. Sombras perpetuas pegadas a una luz y un contraste, marionetas prosaicas de las ideas de la púdicas e insultantes, de ojos que estaban ciegos o ciegos que querían desvanecer lo único bueno que existió. Repudio el instante que asemeje el amor con la pasión y el olvido con lo inexistente. No cabe duda que el peor crimen de la vida es la manipulación de las personas a costa de lastimar a otra.
Y de verdad lo siento, porque de una u otra forma jamás seríamos, estamos destinados para destruir vidas mientras nos destruimos nosotros, estamos para olvidar y machacar todo lo que genere sentimientos o instantes llenos de emociones; asesinamos a toda idea que nos pueda hacer -felices-a los demás a aquellos mismos que nos corrompieron un día.
He buscado tu cara, he buscado tu cuerpo, tus ojos, tus manos; he intentado de todo y solo me queda un recuerdo de tu olor, ese aroma tan peculiar, tan único. Y nos quedaremos al final de nuestras vidas con la fatigosa necesidad de buscarnos y aunque detrás de esas ojeras, de ese esmalte percudido de corazón; de esas arrugas del alma, simplemente veremos manchas, marcas de una vida marchita y ya en una profunda necesidad de llegar a la salida y ya sin poder movernos. Y aunque yo reconozca ese olor y este corazón, ya no quedara ni un motivo para ver que el amor nunca acabo, porque no se usó, ni cambió de lugar. Simplemente hicimos como que nunca pasó.
 Y en un tétrico intento por definir, nos toparemos con la respuesta de que el amor también destruye cuando no lo ejerces. Mientras seguirás construyendo castillos de ideas falsas y yo queriendo querer olvidarme de mi, para poder olvidarte a ti...
...Y tu mirada se perpetua al adiós, cuando la puerta te guiña para acariciarla. Y mientras te levantas en tu conciencia desteñida mirabas lejos de mi y cerca del adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario